6 de diciembre de 2009

UNA LABOR DE TODOS.


UN COMPROMISO DE TODOS,
UNA LABOR DE TODOS


Vivir en el llamado Primer Mundo nos concede el privilegio del derecho constitucional a la educación. Gracias a eso pasamos nuestra infancia y adolescencia adquiriendo conocimientos y formándonos como ciudadanos y como personas. De esa manera se nos garantiza la incorporación al mundo de los adultos de una forma satisfactoria y laboralmente eficaz... ¿o no?...

La actitud de alumnos como el amiguito de Mafalda prolifera por doquier cuestionando las ventajas del estudio, desalentando al educador (ya sea padre o docente) con la cantinela de "no insistas, no me interesa".

Nuestros hijos son los hijos de la tecnología, de las consolas, del cine en tres dimensiones... Y si ese es su universo, usémoslo para incentivarlo. No tiremos la toalla. No nos rindamos ante la desmotivación. Tenemos que sentirla como el acicate insoslayable de una búsqueda permanente de técnicas de estudio atractivas. Técnicas y estrategias que involucren a nuestros estudiantes en el universo del aprendizaje de una forma convincente y efectiva. Para que nunca tengan que lamentar "la obligación de estudiar". Como madre y como profesora del Ceo Bethencourt y Molina, ése es el sentimiento y el convencimiento que quería compartir con toda la Comunidad Educativa del Centro a través de esta reflexión. Alimentemos en nuestros muchachos la curiosidad por aprender. Es fundamental, porque de lo que aprendan ahora, dependerá su mañana.

Ahora que se acercan los días complicados de la Primera Evaluación, hagámosles sentir que no están solos. Que nos interesa lo que les preocupa. Que nos motiva lo que les atrae. Formemos parte activa de sus intereses. Sólo así podremos ser los educadores competentes que el siglo XXI espera de nosotros... ¡Ánimo!








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